No todos los días sueñas con el sol, los días nublados son tan extraños de ver en esta hermosa isla que disfruto cada segundo de ellos.
Y si el cielo me concede el deseo de sentir en mi piel las gotas de lluvia que caen rara vez aquí, mi alma entera se alegra por saber que gracias a esa lluvia la isla entera se nutrirá y alimentará. Voy entonces a la playa, una playa escondida del este, donde los pinos llegan al mar, y puedo oler la tierra mojada junto con la brisa del mar. Allí es donde recojo unas delicadas piedras para poder crear los atrapasueños, piedras que el mar arrastra hasta la orilla, y pienso en toda su vida, desde que se crearon hace miles de años, hasta llegar hoy a mis manos, todos los secretos que guardan, como vieron cambiar el mundo, y como cobran vida bajo mis ojos. Entonces me doy cuenta, de que hasta las cosas mas pequeñas e insignificantes que forman la naturaleza, merecen el mayor de mis respetos. Y me enamoro un poco más de la vida.
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Isabel Bautista
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Septiembre 2017
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